22 jul 2011

Acudí a tu auxilio de forma inmediata. "Hola ¿que tal?", tu sonrisa y perdí por goleada. Te apoderaste al instante de mi ocio, y al fin y al cabo pude entender que hiciste negocio. Una ráfaga de balas seductoras no lograban vulnerar una coraza idiota y con mi seguridad ya en la miseria, fuimos por un café, juntos los tres: vos, yo y tu histeria. Sin mucho más que hablar nos despedimos, comprobé que ya era inútil extender ese partido. Colgué los timbo y bajé la persiana, sin embargo tu autoestima cascoteó mi ventana. Sugerías necesitar mi delirio, para ganar espacio me mostré cual tipo tibio, empezó a inquietarte mi nueva conducta, pero caí derrotado por tu brotes de astucia. Me regalaste vacaciones en tu alcoba, atrás quedó esa idiotez de dormir cola con cola.

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